Annabel Conway de diecisiete años está cansada de que la
élite de la escuela secundaria Hillcrest hagan su vida miserable porque no es
una talla dos. Este verano, contrata un entrenador personal para que le ayude a
perder peso.
Annabel no espera que su entrenador sea un chico hermoso de edad. Los chicos
como Tegan son idiotas. Pretender gustarles chicas como ella, para que puedan
hacerlas actuar como tontas. Estuvo allí, pasó por eso. No sucederá nuevamente.
Ella casi que lo odia al principio. Rubio. Musculoso. Divertido. ¡No ayuda que
él sepa sus medidas!
Pronto, Tegan es mucho más que eso. Es el chico que le enseña a como boxear
cuando tiene un mal día. Quien corre junto a ella y le permite marcar el paso.
Quien la besa hasta que se derrite. El que la hace sentir hermosa pese a lo que
la balanza diga. A diferencia de su mamá, él no espera perfección, y no trata
de escudarla del mundo como su papá y su mejor amiga. A Tegan le gusta tal como
es.
¿Pero qué sucede cuando él no está? Él no siempre puede estar allí...
¿Podrá Annabel ser capaz de pararse por sí misma y aprender que ya está a la
altura? ¿Que su valor no yace en lo que el mundo piensa, la balanza dice, e
incluso lo que diga Tegan... si no en sí misma?
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